Reseñas revista EFPA #6

Luis Torras
6 min readDec 8, 2022

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LOS SECRETOS DE SILICON VALLEY

En los últimos años, las inversiones alternativas (no líquidas) han ido ganando protagonismo en la gestión de carteras. Una de las categorías que más ha crecido es la del venture capital o inversiones en capital riesgo (empresas no cotizadas) en fases muy tempranas de su desarrollo. El Venture Capital es, esencialmente, la inversión en innovación, ya sea de producto, servicio, proceso, o las tres a la vez. Es también la inversión en ideas con poder disruptivo; esto es la capacidad de reconfigurar y repensar la manera en la que una industria satisface una necesidad. Este segmento esta alimentado por múltiples vectores de cambio siendo la revolución digital quizás el de mayor importancia pero no el único: el VC esta financiando la inteligencia artificial, la investigación genética, la movilidad autónoma, los vehículos eléctricos, la robótica, el blockchain o una nueva oleada de investigación y turismo espacial, entre muchas otras oleadas de cambio. Al igual que los mercados financieros tienen una plaza icónica física en Wall Street, el Venture Capital tiene el suyo desde principios de los 70s en Silicon Valley, un idílico y cálido valle en California, se ha convertido en la zona más dinámica y potente a la hora de impulsar y financiar estos importantes cambios.

En el muy recomendable libro Los secretos de Silicon Valley, Scott Kupor, socio del fondo de Venture Capital 16z y antiguo emprendedor en el sector digital, describe desde dentro la historia, desarrollo y funcionamiento de este riquísimo ecosistema que se ha convertido en un referencia obligada para el resto del mundo, y que va más allá de una referencia geográfica. Como señala con acierto Dídac Lee en el prólogo: “Silicon Valley es un estado mental”; un ecosistema competitivo pero al mismo tiempo generosa y permeable en donde las ideas fluyen de manera muy abierta; donde se comparten errores y experiencias pasadas; donde emprendedores exitosos y veteranos, reinvierten su tiempo y dinero en apadrinar al nuevo talento siempre que este dispuesto arriesgar y trabajar mucho para llevar estas innovaciones un paso más allá. Se trata de una cultura empresarial dinámica y competitiva que empapa todo el clúster, generando una importante fuerza de atracción de talento y dinero desde cualquier parte del mundo.

Entender Silicon Valley es entender el desarrollo de una tupida red de relaciones de confianza entre personas altamente competitivas y competentes, que van “chocándose” entre sí (como las neuronas en el cerebro cuando se produce la sinapsis), en este entorno físico privilegiado; ya sean las exigentes aulas de Stanford, eventos organizados en el Pier01 de San Francisco, o barbacoas de fin semana: algunas de estas interacciones quedarán solo en chispazos, otras darán origen a nuevas soluciones disruptivas e innovadores que determinan el latido de la revolución digital y demás vectores disruptivos, con enorme impacto (como sabemos) en el conjunto de la economía mundial.

En Palo Alto y alrededores se premia el esfuerzo y no se envidia el éxito ajeno que se convierte automáticamente en un ejemplo al que imitar y del que aprender. Una cultura amable con el éxito ajeno y que además conjuga bien el fracaso, entendido este como parte fundamental del propio proceso y elemento sustancial en el aprendizaje, favoreciendo nuevas iteraciones, como en un algoritmo en constante proceso de mejora y que ha dado lugar a un nuevo “creciente fértil”, como se conocía en la Antigüedad a las tierras bañadas por el Éufrates y el Tigris.

Conocer estos entresijos, permite también conocer en qué consiste realmente la inversión Venture Capital (y cómo llevarla a cabo con éxito), y por extensión también permite extraer reflexiones de valor sobre la evolución reciente del conjunto de los mercados de capitales. Esta importancia creciente ha estado impulsada por distintos vectores. En primer lugar, por la creciente importancia que ha tenido la revolución digital economía en prácticamente todos los ámbitos de la vida y que ha estado financiada por el VC, primero; por los mercados financieros, después (siendo la banca la que ha quedado totalmente al margen de esta última gran ola de creación de riqueza). Otro elemento relevante, ha sido la persistencia de tipos de interés cero, lo que ha mejorado el atractivo relativo de inversiones con mayor riesgo de solvencia y mucha menos liquidez. Un segmento que se ha institucionalizado rápidamente, lo que ha aportado profesionalización de las inversiones y una mayor diligencia en la gestión del riesgo, apoyada sobretodo en una fuerte diversificación y due diligence de los equipos que lideran los proyectos.

INVERSION EN VALOR

Desde la década de los 70s, que el grueso de los mercados financieros han estado dominando por la Hipótesis de los Mercados Eficientes (Fama) y la teoría moderna de carteras (Markowitz/Sharpe): un enfoque académico apoyado en el supuesto de que el precio refleja el valor de un activo financiero de forma casi perfecta e instantánea; una visión que confunde volatilidad con riesgo y que es origen de un sinfín de malentendidos y disfuncionalidades en los mercados financieros que llegan hasta hoy. El veteranisimo inversor, ya fallecido, Marthy Whitman en su recién traducido al castellano Inversión en valor, pone en tela de juicio esta visión simplona de los mercados, ofreciendo a ahorradores e inversores un muy valioso texto sobre los elementos que afectan y marcan la valoración de activos financieros.

Se trata de una visión muy rica, en donde los mercados son vistos de una manera dinámica (como una película, no como algo estático), y poliédrica, con un axioma central y es que el valor es una cuestión subjetiva, tremendamente compleja, y que depende de una multitud de factores que pueden variar muy rápidamente. Este valor descansa sobretodo, pero no únicamente, en el potencial rendimiento que pueda ofrecer un título financiero en concreto, ya sea de renta variable o fija, a largo plazo, descontado a una tasa de descuento (coste de capital) que se adecue al riesgo y calidad de dicho activo. Todos estos elementos se conjugan con otros: como la solidez del balance del activo subyacente, la liquidez del título, o los flujos de capital puntuales que puedan afectar los precios en determinados momentos. Una enorme riqueza en el análisis que contrasta con la monolítica y uniforme visión neoclásica que aún domina el ámbito universitario y académico.

En la vida real no hay dos inversores con un mismo valor intrínseco, ni tampoco sus intereses pueden ser los mismos: un trader, que especule con una subida, o bajada, a corto plazo; un activista (con capacidad de influencia en la gestión de la compañía), preocupado por aflorar valor a corto plazo aún a expensas de comprometer el negocio a largo; inversores institucionales, preocupados por el crecimiento trimestral del BPA; o inversores genuinamente a largo plazo, interesados en la capacidad del negocio por seguir creando riqueza a largo plazo, y por lo tanto interesados en la tendencia y no tanto por el resultado de un trimestre en concreto, necesariamente no tendrán el mismo comportamiento, pese a que la visión estándar de los mercados indique que todos los accionistas tienen los mismos objetivos y preferencia temporal.

Este análisis granular de los mercados, incluye también al rico mercado de los mercados de capitales (operaciones relacionadas con las finanzas corporativas), donde el valor puede verse afectado por operaciones de fusión o adquisición (M&A), u otras operaciones como salidas a bolsa (u operaciones de exclusión), o compras apalancadas, ya sea por un externo LBO (Laverage Buyout) o por el propio equipo directivo MBO (Management Buyout). Esta visión de gran angular de los mercados de Whitman, inversor en valor en el sentido de que toma decisiones apoyado en la evolución de los negocios (fundamentales) y no a partir de la oscilación en los precios, también corrige y matiza algunos de los supuestos desarrollados por Ben Graham, el padre del análisis de los estados financieros de una manera metódica. Whitman, por ejemplo, hace unas observaciones de gran valor sobre como la estructura de capital puede añadir valor a una compañía.

Una de las grandes virtudes del libro es que aborda el oficio de invertir sin distinguir necesariamente entre mercados cotizados o no cotizados; sino que en su análisis finanzas corporativas y visión de mercados financieros (mercados cotizados), son dos planos que se enriquecen de forma mutua. En definitiva, un libro de nivel y sofisticación para profesionales del sector que quieran aprender de un veterano maestro, o para ahorradores exigentes que quieran enriquecer su visión sobre el apasionante y adictivo mundo de las finanzas en mayúsculas.

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Luis Torras

Finance geek & avid reader. Ocasional writer on books, finance & other things. Skin in the game.