El precio de la paz
Reseña al libro El precio de la paz (versión extendida).
La primera guerra mundial fue el inicio de un proceso de enormes convulsiones políticas y económicas que acabó arrasando con el orden global establecido tas las guerras napoleónicas y que había servido como base a uno de los mayores periodos de progreso económico y social de la historia mundial. Este mundo de ayer, en feliz expresión del genio Zweig, se rompió por muchos puntos, siendo uno de los más importantes la moneda y la pérdida de solvencia en los principios que habían regido la economía mundial hasta entonces. Un desorden del que todavía no nos hemos recuperado y cuya correcta comprensión exige aproximar con solvencia el intenso periodo que va desde la conferencia de Paris de 1919 hasta Bretton Woods en 1944.
En el precio de la Paz, el periodista Zachary Carter cubre este intenso periodo siguiendo la trayectoria humana, política e intelectual de John Maynard Keynes, uno de los grandes protagonistas de estos años y figura –con sus luces y sombras– siempre interesante de aproximar. En su libro, Carter enfatiza la dimensión histórica, política y psicológica del personaje, aunque flojea (como la mayoría de títulos que cubren este periodo) a nivel de teoría económica y monetaria.
El texto ofrece una amplia panorámica de los acontecimientos primera mitad del siglo XX: Conferencia Paris de 1919, de donde saldrá el panfleto político de Keynes más agudo Las consecuencias económicas de la paz, la hiperinflación alemana (del que el libro pasa muy de puntillas), la (de nuevo fallida) conferencia de Génova de 1922, el error garrafal de Churchill a la hora de fijar la paridad de la libra con el oro en 1925 (ignorando el colapso de la estructura económica de Gran Bretaña durante la Gran Guerra; lo explica bien el historiador Andrew Roberts en su gran biografía sobre el personaje), el gran crac de octubre de 1929 y la consiguiente Gran Depresión, la segunda guerra mundial, y finalmente, la conferencia de Bretton Woods de 1944, tras la cuál Keynes, ya con una salud muy debilitada, fallecería poco después.
Durante todos estos años, Keynes fue el economista más influyente del panorama global, una influencia que ha llegado a nuestros días hasta el punto que de forma célebre Nixon dejó caer aquello de que “hoy todos somos keynesianos”. Pese a que más de un economista ha señalado como de vivir hoy, Keynes no sería keynesiano, lo cierto es que la espiral de deuda e inflación monetaria que caracterizan nuestras economías modernas hunden sus raíces en malas ideas económicas que Keynes ayudó a formular y popularizar.
Del libro sobresale la trama y su habilidad narrativa, que incluye una muy buena aproximación a la complejísima psicológica del personaje, siendo la parte económica y monetaria la parte más floja, en muchas partes incluso simplemente incorrecta. Tampoco es ninguna sorpresa: otros libros con gran éxito de ventas que cubren este mismo periodo, como Los señores de las finanzas de Liquad Ahamed (libro divertidísimo pero flojo en temas económicos y monetarios), o Hall of Mirrors de Barry Einchengreen, yerran en los mismos temas. Una de estas partes es todo lo referente a la Gran Depresión. De entrada, se ignora el proceso de expansión monetaria llevado a cabo por la Fed los años previos al crac, en gran parte para asistir al Reino Unido, cuya economía se encontraba en deflación desde el error de Churchill y que sería fatal para el mercado de valores americano (aunque no sería el único factor).
Carter, como otros autores (entre ellos el propio Keynes), confunde errores de política (como no facilitar mecanismos de liquidez tras el crac bursátil o equivocarse en el tipo de cambio), con fallos en la arquitéctura, en este caso el Patrón Oro, convertido en el gran chivo expiatorio de una crisis causada por errores de política monetaria y económica antes, durante y, sobretodo, después del crac. Ni si quiera Hayek fue partidario de cortar la liquidez a partir de finales de 1929 como ha explicado de forma muy clara el economista Lawrence White, autor de El choque de ideas económicas, el mejor lobro sobre el debate Keynes-Hayek. Un aspecto que, sin embargo, ni se explica ni se cita en el libro.
La Gran Depresión no se explica sin el intervencionismo en precios y el proteccionismo impulsado por Roosevelt que consiguió la enorme proeza de propiciar una crisis en mitad de una depresión en 1937. La propia figura de FDR se mitifica -como es habitual- pese haber sido el momento en el que los EE UU más cerca estuvo del fascismo como ha explicado el historiador John Flynn en The Roosevelt Myth (otro libro imprescindible es Liberal Fascism de Jonah Goldberg). Otras fuentes notables que destacan por su ausencia en la bibliografía son America’s Great Depression de Murray Rothbard (autor también de un revelador opúsculo biográfico sobre Keynes que tampoco se cita), La historia de la Fed de Alan Meltzer, o The Forgotten Man de Amity Shales (una joya que misteriosamente todavía no esta traducida al castellano).
El pensamiento de Keynes contiene intuiciones de gran intereses, como sus textos sobre el papel de la estadística en economía: Keynes tuvo una visión mecánica y superficial del orden económico pero al mismo tiempo fue consciente de que los modelos matemáticos podían explicar muy poco el funcionamiento de los mercados dominados por los animal spirits. Con todo, el pensamiento económico de Keynes, que leyó muy poca economía como ha explicado de forma documentada Henry Hazlitt –autor de la todavía hoy mejor y más acesible crítica a la economía keynesiana (y que Carter tampoco cita; prefiere citar el siempre más polémico W. Buckley Jr.)–, queda mal dibujado para un libro de ochocientas páginas, lo que arroja un balance excesivamente hagiográfico.
No se inciden en algunas de las claves de estas lagunas que explican el fracaso final de la economía keynesiana tanto en su versión original, como en su concepción neoclásica (Hiks/Samuelson). Keynes nunca entendió el funcionamiento espontáneo del orden extenso del mercado, ni tampoco cómo surgen y evolucionan las instituciones, lo que le llevó a tener una idea muy poco sofisticada, entre otras cosas, del dinero que asociaba a un “invento del Estado”. Tampoco comprendió el papel de los bienes de capital en la economía –formada por una estructura de diferentes capas donde el elemento temporal es fundamental–, ni entendió el papel del ahorro al que se refirió como “subconsumo”. Fue un ferviente anti bolchevique, como el grueso de la élite inglesa, pero al mismo su pensamiento económico fue profundamente marxista, orientado a la extracción de “leyes históricas.” Por eso en parte sus libros fueron siempre muy vistosos y políticamente atractivos, aunque tuvieran una escasa solvencia en la práctica, especialmente en el largo plazo, cuando, según Keynes y como es bien sabido, tendríamos que estar todos muertos.
El otro bloque donde flojea el libro, es cuando se explica el debate intelectual Keynes-Hayek. Queda cojo desde el inicio porqué se contextualiza mal la relación personal (que fue buena y cordial) entre ambos personajes. De hecho, se habla mucho de la amistad entre Keynes y Wittgenstein, pero no menciona que este último era primo segundo de Hayek; ambos formaban parte de dos familias prominentes de la Viena de antes de la Guerra. Mises es caricaturizado como una suerte de ariete de la “derecha” política, cuando su pensamiento fue mucho más profundo, y de una solvencia y carácter anticipatorio del que Keynes nunca pudo soñar: por ejemplo, se menciona la crisis bancaria austríaca de 1931, pero no se explica que fue anticipada precisamente por Mises quién ya contaba entonces con una sofisticada teoría del dinero, el crédito y los ciclos económicos.
Todo lo anterior, hace que esta parte sea muy superficial y algo fustrante para el lector versado en la materia. Al final, el mejor resumen sobre el pensamiento de Keynes lo dió el propio Hayek en las postrimerías de su vida, en una entrevista cuando señaló que el economista de Cambridge fue una persona brillante que simplemente sabía más bien poco de economía, subrayenado como el principal problema de su célebre teoría general es que justamente era una teoría muy particular a un momento y condiciones específicas.
Libros para saber más (que no se citan):
- America’s Great Depression, M.N. Rothbard
- The Forgotten Man, Amity Shlaes
- When Money Dies, Adam Fergusson
- Liberal Fascism, Jonah Goldberg
- The History of the Fed, Alan Meltzer
- The Roosevelt Myth, J. Flynn
- From Bretton Woods to World Inflation, H. Hazlitt
Algunos extractos del libro: